Saltar al contenido

¿Qué son las mandalas y que significan sus formas?

Mandalas

¿Qué son las mandalas?

En la actualidad podemos ver como en muchas librerías abundan libros para colorear mandalas y existen varias páginas y videos en internet que nos enseñan cómo hacer sus intrincados diseños. Esta es una incorporación relativamente nueva a la cultura popular de occidente, de una tradición milenaria de oriente, a la que se le atribuye un conjunto de propiedades beneficiosas para nuestras mentes y almas, permitiéndonos conectarnos espiritualmente con lo infinito del universo.

La palabra mandala o mándala proviene del sánscrito, y su significado aproximado sería “círculo” o “aro” y da cuenta del carácter concéntrico y circular de las representaciones que se realizan. Para elaborar este tipo de expresión artística y espiritual, se inicia desde el centro de la figura, extendiéndose alrededor de éste, dibujando polígonos, círculos u otros tipos de figuras. Según muchos practicantes del budismo, tanto observar, como colorear o diseñar mandalas nos traen paz y serenidad.

Beneficios para la mente

Sin embargo, también existen psicólogos y otros profesionales en la salud mental, que les atribuyen una gran importancia como medio de restar atención a muchos de los pensamientos que surgen en nuestras mentes y nos pueden causar malestar. En tal sentido, cabe destacar que el afamado psiquiatra Carl Jung, determinó que, al pintar mandalas, las personas que sufrían de ansiedad, estrés o depresión, podían calmar sus emociones, obteniendo sosiego y bienestar. Esto se lograba, a su juicio, a través de la concentración en la elección de colores y formas, así como en el minucioso proceso de elaboración, lo que repercutía en otorgar menor espacio para pensamientos negativos.

Mandalas en otras culturas

A pesar que generalmente figuras se relacionan con oriente, así como con el budismo y taoísmo provenientes de aquel, también es cierto que muchas imágenes y esculturas de otras latitudes, parten de la misma estética y parámetros de elaboración de sus formas, e inclusive algunas culturas le otorgaban propiedades “sanadoras” para cuerpo y mente.

Indígenas americanos

De hecho, diversas etnias aborígenes prehispánicas contaban con figuras similares a las mandalas, a las cuales se les endilgaba propiedades curativas y se empleaban en diversos rituales. Para los indígenas americanos, estas representaciones hacían referencia a lo divino y celestial, por lo que se empleaban mucho en templos y otros lugares de oración.

Cristianismo

Sin embargo, estas figuras tampoco son desconocidas en el ámbito de la tradición judeocristiana. Un ejemplo bastante elocuente de ello, lo encontramos en los vitrales y las estructuras de muchas iglesias católicas, pero principalmente en aquellas de estilo gótico. Por otra parte, abundan las imágenes de santos, Jesús y otros personajes importantes de la devoción de este tipo de credo, elaborados según las “normas” de los mandalas.

Prehistoria

Sin embargo, las manifestaciones artísticas de este tipo, se remontan a muchos años atrás y coinciden con las primeras fases del desarrollo de la humanidad, en épocas prehistóricas. En tal sentido, cabe destacar que el arte rupestre en muchas cuevas, y particularmente, aquellas presentes en la gruta de Lascaux en el sur de Francia, exhiben patrones circulares y concéntricos. Lo mismo ocurre con la distribución de las rocas que conforman las ruinas de Stonehenge, edificada por druidas celtas durante el neolítico tardío.

Importancia como representación budista

Dentro del budismo, los mandalas representan un modo de representar al macrocosmos (universo) y el microcosmos (ser individual), creando una conexión entre ambos entes. Esta corriente del pensamiento emplea dichas formas, como medio para meditar; actividad ésta que consideran indispensable para lograr “la iluminación” del individuo. Su forma circular, que parte del centro, busca representar el proceso de creación del cosmos material (samsara) tal como lo conocemos, y está relacionado con el nirvana (plano de existencia superior espiritual).

Práctica tibetana

La elaboración de estas figuras representa para los monjes budistas, una gran importancia como mecanismo para alcanzar los fines espirituales de su sistema de creencias. De hecho, algunos de éstos, que se ubican en los Himalayas y región del Tíbet, dedican gran parte de sus vidas terrenales a diseñarlas, utilizando arena de varios colores y desplegando una gran creatividad para determinar sus contornos.

Elaboración

No obstante, el proceso inicia con una ceremonia en la que se realizan rezos y se entonan mantras, para consagrar el espacio físico como área en la que se llevarán a cabo prácticas espirituales. En segundo lugar, dibujan la forma exterior de la mandala y fijan sus divisiones interiores. Posteriormente, rellenan el contorno de la forma utilizando la arena y, en ocasiones, agregan elementos decorativos como flores, rocas, cereales o piedras preciosas, para otorgarles mayor belleza.

Destrucción

Esta figura persiste por un máximo de tres semanas y luego debe ser destruido, según un procedimiento previamente establecido por los monjes. Muchas personas que son ajenas a esa tradición religiosa, cuestionan la pertinencia de elaborar una figura tan compleja y bella, para luego eliminarla. Sin embargo, la actitud de los creadores de la figura, se entiende perfectamente según los postulados del budismo. Esta vertiente rechaza el apego, asegurando que este es el camino al sufrimiento; y asegura que lo único constante en nuestras vidas, es el cambio.